Hoy encontré un artículo por casualidad que me llamó mucho la atención. El título del artículo en inglés era: What to Do When You've Made Someone Angry
y estaba hospedado, ni más ni menos, que en el blog de bussines de Harvard.
Yo soy una persona que me encanta discutir... cuando hay un punto que necesita ser apoyado/explicado, pero odio pelear. Odio el sentimiento que me da cuando alguien se pone bravo conmigo (tenga la razón la otra persona o yo... al final, el sentimiento es el mismo) así que evidentemente el tema me interesó bastante y por eso quise hacer un post en mi blog y no simplemente dirigirlos hacia allá: primero para tenerlo yo presente y segundo para que estuviera en español.
En el artículo escrito por Peter Bregman, este le contaba a un amigo que era profesor de terapia familiar, que la semana pasada se había retrasado para una cena con su esposa y evidentemente esta se había puesto brava y cuando llegó aunque trató de explicarle que no había sido su culpa, que una reunión se había retrasado... bla bla... ella se molestó más aún.
Ken (su amigo terapeuta) le dijo que había cometido un error muy común en las discusiones y era que todo lo había visto desde SU perspectiva. Siempre pensamos en lo que no quisimos hacer o cómo nos afectó a nosotros, sin tomar en cuentas las consecuencias que generamos y por eso hay dos conversaciones paralelas que no se entienden.
Una respuesta mucho mejor de Peter hubiera sido: "lo siento, se que llevas acá sentada media hora y debe ser frustrante".
La conclusión del artículo (que la dio Ken a Peter) fue: "es increíblemente simple, en realidad. Cuando has hecho algo que molesta a alguien -no importa quién tiene la razón- siempre inicia la conversación reconociendo cómo tus acciones afectaron a la otra persona. Guarda la discusión acerca de tus intenciones para después. Mucho más tarde. Tal vez nunca. Porque, al final, tus intenciones no importan mucho".
¿Sencillo no? Pero en realidad complicado: ponerse en el lugar de la otra persona.